
Primero lo primero: es una peli recomendable, y la recomiendo. Cuenta con todo lo necesario para hacernos sentir a gusto y como en casa: violencia (en algunos casos explicita y gratuita), disparos, una gran urbe asiatica, mafiosos con traje de armani, y sets, que van de la fina arquitectura a pocilgas de mala muerte, listos para ser manchados por la sangre de los protagonistas. Es que, ¿quién se puede resisitir al clásico melodrama surcoreano de gangsters traicionados y hambrientos de honor?
Lo que empaña todo lo anterior es que la pelicula no sale demasiado de los grandes causes marcados por sus antecesoras. Sin hacer plagios, pero si con mucha inspiración y tal vez algún que otro homenaje, uno pasa dos horas entretenidas sabiendo que ya se ha visto esto en algún otro lado, sease ese otro lado los malos de negro remasterizados por Tarantino, la demencialidad de Al Pacino y su metralladora, algún que otro western, Old Boy, etc. Y esto ayuda mucho a adivinar todo el argumento mucho antes de llegar al nudo del guión. Es como una gran idea tirada a menos en ciertos pasajes.
¿Qué salva entonces a la pelicula? En primer lugar, esta bien echa, con ganas. Las actuaciones son más que correctas, sobre todo la de los actores encargados de dar vida al prota y al capo mafía (nota: para disfrutarlos en todo su esplendor es necesario ver la peli en su idioma original, como con cualquier pelicula extranjera, sobre todo cuando es hablada en algunos de los exquisitos dialectos orientales -dejando de lado el tai-hablo-como-pato-landes-). La música no es estrambotica, es delicada ante la brutalidad y acentúa estoicamente los momentos cumbres. Y, lo mejorcito, es que hay desperdigados a lo largo de la cinta escenas de colección, como un hilarante duelo a muerte con dos pistolas desarmadas.
No es una cinta que sume nada nuevo al género. Pero es un muy buen resumen de lo mejor que se tiene para ofrecer, y con la suficiente identidad para no ser catalogada como un collage sin sentido. 8/10.